La animación socio cultural como estrategia general es el eje que atraviesa todo el accionar de la colectividad humana. Y el desarrollo social y humano que alcance el país dependerá de los valores, ideas y sentimientos que logremos imprimirle al proyecto de nación.
Un tema de esencial interés dentro del enfoque de la microeconomía de los bienes y servicios culturales es el que corresponde a las llamadas industrias culturales, se trata pues de aquellos sectores que conjugan creación, producción y comercialización de bienes y servicios basados en contenidos intangibles de carácter cultural, que generalmente son protegidos por derecho de autor.
Economía y cultura son dos campos estrechamente implicados desde siempre, aunque es verdad que esas implicaciones se han hecho mayores y más visibles con la irrupción de las llamadas industrias culturales. Quién podría negar el valor económico de ciertos bienes culturales y su peso en la riqueza de un país o la importancia del desarrollo cultural como factor de bienestar social y de desarrollo económico.
Las industrias culturales aportan un valor añadido a los contenidos, al mismo tiempo que construyen y difunden valores culturales de interés individual y colectivo como la edición impresa y multimedia, la producción cinematográfica y audiovisual, la industria fonográfica, la artesanía y el diseño entre otras.
En otros países este concepto se extiende hacia la arquitectura, las artes plásticas, las artes de espectáculo , los deportes, la manufactura de instrumentos musicales , la publicidad y el turismo cultural. Se considera que resutan esenciales para promover y difundir la diversidad cultural , asi como para democratizar el acceso a la cultura y ademas conocen de altos indices de creación de empleos y riquezas.
La dimensión económica de la cultura puede analizarse desde distintos enfoques, metodologías y puntos de partida. Sin embargo, existe dos puntos de vista enfrentados. Uno, el que cree que las industrias culturales deben ser consideradas en sí mismas un sector de actividad económica que, aunque con personalidad propia, comparte las mismas características que los otros sectores económicos y como tal deben ser tratadas. El otro, que considera que este sector aunque de gran importancia económica, no puede ser tratado como los demás sectores, ya que tiene unas repercusiones de índole social y humano - de carácter intangible e inmaterial-. De esta forma, existe una pugna permanente entre los defensores del libre mercado aplicado a la cultura y los que defienden la gestión pública del mundo del arte y la cultura, y la consideración de la cultura como patrimonio de la humanidad.
Desde otro punto de vista, el análisis de los impactos económicos de las políticas culturales puede constituirse en una herramienta muy útil para evaluar los resultados de una inversión en una determinada actividad, o en un territorio concreto y sirve tanto para evaluar programas y políticas culturales determinadas, como para poner en marcha nuevas estrategias de cara al futuro, tanto desde el ámbito público, como desde el privado.
Es ya un consenso internacional que las industrias culturales son el sector más dinámico del desarrollo social y económico de la cultura.
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