domingo, 5 de agosto de 2007

GLOBALIZACION, IDENTIDAD CULTURAL DOMINICANA Y SU RELACION CON EL PATRIOTISMO

Estamos en los inicios de un nuevo milenio, y como ocurre siempre en el umbral de los grandes cambios, profetas modernos, cientistas sociales y/o gerentes culturales, como se dice hoy, anuncian un orden mundial diferente que se caracterizará, según estos, por procurar la participación de las grandes y pequeñas naciones en un proyecto conjunto de relaciones sociales, culturales y económicas al que se le ha llamado globalización o aldeanización del mundo.
Estos términos globalización o aldeanización del mundo se utilizan para referirse a la creciente interdependencia mundial de la gente y las naciones.
Desde hace unos años, o bien desde la década de los 80, este proceso ha cobrado muchísimo ímpetu, sobre todo debido a los grandes avances en el campo tecnológico.
La globalización de la economía, de las comunicaciones y las tecnologías no es un tema exclusivo de ellas, sino que también permea hacia lo social y cultural en sentido general, ejerciendo una significativa influencia en la cultura de los pueblos, transformando así las relaciones más cotidianas de los seres humanos de forma radical.
Esta creciente integración internacional ha producido toda una serie de consecuencias de carácter, económico, político, cultural y medioambiental . Lamentablemente, algunas de ellas pueden ser y son negativas. La vida de la gente en todo el mundo está vinculada de manera más profunda, más intensa y más inmediata que nunca antes.
Esto abre muchas oportunidades, da nuevas posibilidades de bien y de mal, como sucede en el caso de gran cantidad de logros humanos, la globalización tiene un lado positivo y uno negativo, ésta ha enriquecido el mundo en sentido científico y cultural, y también ha beneficiado económicamente a muchas personas. Pese a los resultados positivos en el orden científico y cultural, muchas personas aún temen que los efectos perjudiciales de la globalización superen los beneficiosos, pues las fuerzas de mercado se interesan mucho más por las ganancias económicas que en la protección del planeta tierra.
La considerable cantidad de dominicanos que han emigrado fuera del país, y las repercusiones económicas y socio – culturales de este hecho, hacen del mismo un fenómeno trascendente dentro de nuestra contemporaneidad .
Hoy podemos observar como la comunicación y el intercambio con otras culturas se ha incrementado en forma rápida .
Es nuestro interés al situar estas nuevas nociones definir ¿que significa identidad?
Es el grupo de características esenciales y circunstancias que hacen que alguien o algo sea reconocido, sin posibilidad de confusión con otro.
En tal sentido la identidad de la Nación Dominicana, es el conjunto de caracteres y circunstancias que hacen que nuestra Nación sea reconocida sin posibilidad de confundirla con otra nación. Esto implica, que la identidad Nacional habría que buscarla entre los elementos básicos que definen la Nación Dominicana, es decir: territorio, lengua, religión, raza, historia, conciencia colectiva, política etc. y dentro de estos habría que buscar aquellos indicadores que hacen posible que sea reconocido y no confundido con los de otras Naciones, por semejantes o parecidos que sean.
Y es pues, que la gran circulación migratoria en el mundo y nuestro país, así como el acelerado desarrollo de la comunicación que ha hecho realidad la concepción del planeta como una “ aldea global “ y de interconexión, impone la necesidad de manejar el concepto y proceso de identidad bajo nuevas ópticas y bajo una concepción diferente a la tradicional, en sintonía con la realidad de hoy.
Nuestra identidad no puede definirse ya por la pertenencia exclusiva a una comunidad nacional. El objeto de estudio no debe ser entonces sólo la diferencia, sino también la hibridación. Cuando menos, la noción clásica de identidad debe ser repensada.
Si como se ha dicho la cultura es el conjunto de características esenciales que además de las artes, la ciencia y las tecnologías es el modo de vida prevaleciente en una sociedad.
Esta consiste, en múltiples formas en que un pueblo establece un sistema de supervivencia y de convivencia social en virtud de dos tipos de conductas en estrecha y constante relación dinámica: la adaptación al medio en que vive y la transformación de ese medio para ponerlo al servicio de los deseos y necesidades humanas.
La cultura es la máxima expresión de la identidad, y nuestras culturas locales se encuentran cada vez más mediadas por los procesos migratorios y por el formidable avance de la tecnología de la comunicación, entonces es de lugar que la identidad sea cada vez más transterritorial e híbrida.
Esta transterritorialidad e hibridez no supone en nuestra consideración, la anulación de la especificidad que surge de la forma en que se combinan los diferentes elementos de la diversidad cultural, producto de procesos socio-económicos, socio-históricos y culturales que han hecho posible la conformación de la nación dominicana y que permiten hablar con plena validez de identidad cultural y nacional propias.
Entender la globalización, o bien la aldeanización del planeta tierra sólo en sus aspectos negativos, sería oponerse a la modernización, pues el desarrollo de un país no necesariamente debe enfrentar lo tradicional y lo moderno como un hecho inaplazable.
Se puede transitar una política de desarrollo social, articulando las formas tradicionales de la cultura a nuevas categorías que impliquen bienestar social, imprescindibles para cualquier avance orientado hacia la lucha contra la pobreza y la exclusión cultural.
Debemos estar bien claro que en todo este proceso de cambios culturales a que se ve abocada la humanidad, se presentaron diversas formas o manifestaciones de transculturización y resistencia, igual que en otros momentos de la historia vivida por la humanidad.
Esa resistencia cultural no es otra cosa que una manifestación nacional y surge como respuesta al peligro de extinción de los que se consideran valores propios.
La identidad de nuestros valores o expresiones culturales y populares de la nación, estriban en la diferencia de concepción que se tenga frente al fenómeno cultural general y en la diversidad de los enfrentamientos de los actores con su propio medio.
En las expresiones populares y folklóricas descansan gran parte de la personalidad de un pueblo, y es que en todo proceso cultural la tradición representa la raíz de la actividad cultural del pueblo, siendo la tradición en donde se asientan los valores que caracterizan la cultura de un pueblo, de ahí la resistencia y respuestas autóctonas y nacionalistas.
Entonces parece obligado y necesario definir políticas culturales frente a este nuevo desafío derivado de la globalización, definir las líneas maestras de una política cultural que abarque una visión amplia de la cultura.
Y es a través de la participación que la cultura, como manifestación del hecho humano en todas sus vertientes, determina un patrimonio, como una cantidad de bines con una afectación especial y/o suis generis y que se denomina patrimonio cultural de la Nación.
Este comprende “ todos los bienes, valores y símbolos culturales tangibles e intangibles que son la expresión de la nación dominicana, tales como: las tradiciones, las costumbres, los hábitos, así como el conjunto de bienes, incluidos aquellos sumergidos en el agua, materiales e inmateriales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, tecnológico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museográfico, antropológico, los productos y representaciones de la cultura popular "
La identidad cultural se manifiesta a través de la identidad patrimonial, ya que lo cultural se expresa en función de su patrimonio. Y es que cuando el patrimonio llega a formar parte de la conciencia común a todos los miembro del cuerpo social de la nación, empieza a reconocerse su alma, que es lo que llamamos patria.
De ahí que la identidad cultural nacional es el sentimiento de pertenencia a una colectividad unida por una historia y las tradiciones del pueblo, y por un proyecto de desarrollo compartido en un marco de igualdad en cuanto a la dignidad humana y respeto a la diferencia.
El fomento de la identidad cultural se concibe como una estrategia global destinada a preservar y proteger el patrimonio cultural de la Nación, como defensa cultural de una nación frente a la expansión de otras, para protegerse de los embates foráneos y mantener vivo los auténticos modo de comportamientos de los pueblos.
Como para la mayoría de las personas la patria es un ente abstracto y distante, se hace muy difícil enseñarle a conocer y querer tal cosa. Pero como el patrimonio se haya más cerca de nosotros y nos encontramos en intima relación con este, la enseñanza del patriotismo integral se hace más fácil y efectiva porque en cada elemento del patrimonio está presente la gente.
El patriotismo como semilla debe sembrarse y cultivarse por doquier, en el hogar, en la escuela, en las instituciones sociales, para que pueda germinar, florecer y darnos espléndidos frutos.
Pero ocurre que en nuestro país esto no sucede así, porque el desamor patriótico es lo que impera en grandes estamentos sociales, y contrario a lo que ocurre en los pueblos de la cuenca del caribe, el pueblo dominicano ha caído en el extravío de menospreciarse asimismo y despreciar sus bienes o valores patrios.
¿cuáles son las causas de ese comportamiento ?
Esta tiene su origen en el patriotismo trujillista, en efecto, durante los gobiernos de la dictadura se difundió la doctrina de que existían dos patrias: una vieja que había sido fundada por Duarte, Sánchez y Mella, que es según mi consideración la real y viva . Y la otra nueva, fundada por el tirano, que pasó a ser el padre de la patria nueva.
Esto trajo como resultado que los bines o valores patrios que se le presentaban al pueblo como digno de ser amado, eran los que Trujillo había creado, escuelas, palacios, carreteras, puentes, instituciones, etc., los demás, de la patria vieja no tenían importancia o eran menospreciados.
A la caída de la dictadura, se hundió el patriotismo trujillista, pero en vez de ser restablecido en todo su esplendor el patriotismo anterior a la dictadura no se hizo tal cosa, ya estaba bien arraigada la deficiencia patriótica que hoy en cierta medida nos aqueja. Empero, quiero significar que la causa indicada de modo alguno sea la única, pero si creemos que es la fundamental.
El extranjerismo delicioso, o sea, la afición por lo extranjero, por el solo hecho de serlo, es uno de los grandes daños que produce la ausencia del patriotismo.
Hay quienes alegan que el poco o escaso patriotismo que prevalece en nuestro pueblo se debe a su poco desarrollo. Esto no es cierto en modo alguno, ya que la historia nuestra en el pasado fue más patriota que en el presente, así lo pone de manifiesto las epopeyas de la Independencia y la Restauración. Así como la guerra patriótica de abril de 1965, ejemplo de la dignidad dominicana.
Nosotros, dominicanos que vemos a nuestra tierra con los ojos del alma, al contemplarla ayer pisoteada injustamente se nos acrecentó el deseo de defenderla y protegerla con tesón, jamás nos ha faltado la fe en el porvenir de esta tierra inolvidable, porque sus hijos, los dominicanos sienten un amor fiero y santo, y nunca aceptaran verla dominada por fuerzas foráneas.
La patria se halla por encima de las diferencias de raza, sexo, credos religiosos o políticos. Florece en todas las culturas, en todas la épocas y en todas las Naciones, no es privativo de ningún pueblo y es a través de la misma que se conforma la Conciencia Nacional, Producto de una larga evolución histórica.
Pero que es la conciencia nacional?
Es el conjunto de representaciones y referencias a partir de las cuales nuestra sociedad o cultura alcanza a percibirse, a pensarse, a sentirse e incluso a soñarse. De este modo nuestro pueblo es capaz de constituir una imagen de si mismo, sea esta favorable o no a través del conocimiento del patrimonio, de los bienes y valores tangibles o intangibles de la República Dominicana, entendiendo que el patrimonio tangible comprende : el monumental, el artístico, documental y humano. Dentro del patrimonio monumental figuran los datos relativos al patrimonio arquitectónico, plazas, lugares arqueológicos, monumentos conmemorativos etc.
El patrimonio artístico comprende los datos que se refieren a artes visuales(pintura, escultura, fotografía, película y videos) y artesanías. Como patrimonio documental se exponen los datos concernientes a museos, bibliotecas, archivos de documentos importantes, fotografías históricas, videos y películas, partituras musicales, colecciones filatélicas y numismáticas.
En ese sentido, el patrimonio intangible, ese que no se puede tocar, se expresa en la música, en cantos tradicionales, cantos religiosos cantos de trabajo, himno y tonadas infantiles. y en la literatura oral en la que nuestros campesinos iletrados transmiten de una generación a otra mediante la décimas, cuentos, oraciones, adivinanzas, refranes, creencias, mitos, ensalmos, e historietas algunos mensajes de su realidad, así como otras manifestaciones culturales .
Estas expresiones son los indicadores de nuestros valores y bienes que se manifiestan generalmente en nuestras comunidades. Quien no conoce los bienes y valores de que dispone la comunidad a la que pertenece, no puede amar a su colectividad, ni mucho menos defenderla.
A propósito señalaremos algunos de los males que están afectando a nuestro país en los últimos años en función de la falta de patriotismo por desconocimiento del patrimonio en general, es decir, de la identidad cultural dominicana.
La crisis de la identidad cultural y el patriotismo posee indicadores muy concreto, veamos algunos:
La indeferencia ante lo que perjudica el patrimonio nacional, al igual que la destrucción de la propiedad pública y el descuido con que se administran los bienes públicos.
El poco amor o menoscabo por nuestros héroes y próceres. Por nuestras reliquias históricas, por nuestras estatuas, bustos y monumentos. Por nuestra historia y por nuestras leyendas y tradiciones.
La indiferencia con que se ve la destrucción de nuestra naturaleza y la extinción de sus especies.
El menosprecio por las instituciones civiles y el desdén por las actividades propias de la vida social dominicana.
El desamor que muchos sienten por nuestras artes ( música, pintura, escultura, literatura, teatro y danza ).
La creciente afición a las creaciones culturales extranjeras, en detrimento o postergamiento de las nuestras, por moda o por capricho. Igualmente, el poco reconocimiento que muchos otorgan a nuestros artistas y hombres de ciencias, por el solo y simple hecho de ser dominicano.
El irrespeto a las instituciones que conforman el Estado Dominicano y sus poderes, donde la carencia de valores patrios han hecho de estos, entre otras cosas, fuente de enriquecimiento ilícito.
Las deficiencias del patriotismo nos hace cometer muchos errores que afectan la seguridad nacional y la idiosincrasia dominicana, así como nuestra identidad nacional.
En un mundo en vía de globalización, naciones pequeñas como la dominicana, lo que las hará sobrevivir es su patriotismo. Es decir su amor a lo nuestro, a nuestro patrimonio cultural nacional, tangible e intangible .
Por todo lo antes expuesto, se puede colegir que urge darle al patriotismo la importancia que se merece, ya que gracias a su ayuda podremos corregir en parte, algunos de los males crónicos que afectan al pueblo dominicano.
A pesar de que tenemos una auténtica identidad nacional, una personalidad propia como pueblo, no somos conciente de nuestro patrimonio cultural, del que ya antes nos hemos referido. Pues la comunidad de cultura comporta lo que llamamos, la comunidad de evidencias y toda colectividad segrega un cierto numero de ideas, de creencias, de juicio de valor o realidad, que son aceptados como evidentes, y ni precisan demostración, ni justificación, ni apologética.
Pienso que es importante significar a modo de colofón que ninguna cultura es única, todas las culturas están influenciadas por otras y a su vez ejercen influencias sobre ellas mismas.
En suma, se impone nuestra reflexión crítica acerca de este momento, el desafío que presenta el nuevo siglo es de mayúscula responsabilidad para sus actores. Es un reto impostergable arribar al nuevo milenio quebrando los obstáculos que impiden la plenitud y desarrollo integral del ser humano, conservando lo genuino nacional, defendiendo el respeto a la pluralidad o diversidad cultural del mundo del mañana, para hacer de nuestras gentes verdaderos ciudadanos con vocación hacia la modernidad.

No hay comentarios: