domingo, 5 de agosto de 2007

GESTION CULTURAL EN TIEMPOS DE GLOBALIZACION

En los últimos tiempos el acrecentado dominio del capital transnacional a través de los fenómenos globales, cada día mas, plantean nuevos problemas y retos para nuestros países.
Una de las conclusiones más polémicas y discutidas en los ámbitos intelectuales, académicos y de opinión nacional, es el tema de la cultura frente a la globalización, en efecto, lo global ha sido visto como una amenaza hegemónica economisista, que en muchos casos excluye o desintegra la identidad, las creencias, los valores y las múltiples manifestaciones culturales.
Esta creciente integración internacional ha producido toda una serie de consecuencias de carácter, económico, político, cultural y medio ambital. Conduciendo pues , a manifestaciones de rebeldía que suelen plantearse la posibilidad de otro mundo que no aumente la exclusión, las desigualdades, la pobreza y el desastre ecológico hacia el que se mueve el planeta.
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Es importante significar que la globalización o aldeanizacion del mundo tiene un lado positivo en el sentido de que ha enriquecido el mundo en lo científico y cultural.
Pese a los resultados positivos, muchas personas aun temen que los efectos perjudiciales superen a los beneficiosos, pues las fuerzas de mercado se interesan mucho mas por las ganancias económicas que por la protección de los seres humanos y/o planeta tierra.
En este contexto y desde esta perspectiva, la cultura se puede considerar como uno de los ámbitos que ha experimentado, en las ultimas décadas, mas cambios en su morfología y su forma de gestión.
La gran circulación migratoria en el mundo y en nuestro país, así como, el acelerado desarrollo tecnológico y de la comunicación han hecho realidad la concepción del planeta como una aldea global y de interconexión, que hacen manejar el concepto y proceso de identidad bajo nuevas ópticas y bajo una concepción diferente a la tradicional, en sintonía con la realidad de hoy.
No podemos obviar, en un contexto mundial marcado por el conocimiento y la información, los temas relacionados a las redes, a lo digital y a lo virtual. En efecto, es imprescindible incluir en la agenda temática la difusión informática y sus diversas opciones.
En la actualidad la tecnología permite una comunicación interactiva novedosa: A saber, redes, fotos digitales, videos, sonidos, multimedia, presencialidad virtual, Internet, e-mail, navegación web, entre otros, permiten que lo cultural adquiera una posibilidad ilimitada en su acceso, particularmente para aquellos coterráneo que por diversas circunstancias emigraron de nuestros países y hoy puedan encontrarse con su patrimonio, con su acervo, con sus raíces, con su identidad y fundamentalmente con su cultura.
Es por ello que nuestra identidad no puede definirse ya por la pertenencia exclusiva a una comunidad nacional, entonces, el objeto de estudio no debe ser solo la diferencia, sino la hibridación. Cuando menos, la noción clásica de identidad debe ser repensada.
A lo largo de la historia de la humanidad, siempre han existido interesados en dividir y reducir el concepto de cultura, incluso a veces, hasta desligándola de las necesidades inmediatas del ser humano. En cambio grandes hombres pre-claros, siempre han planteado la necesidad de una concepción amplia e integral de la cultura.
Cuando hablamos de cultura, en un concepto amplio; nos referimos entonces al conjunto de realizaciones humanas que han trascendido a nuestro tiempo y que le permite al hombre contemporáneo conservar, reproducir y crear nuevos valores y conocimientos para la transformación de si mismo y de su medio natural y social.
Quiero aclarar de entrada, que no me circunscribo solamente a la cultura artística y literaria sino que me refiero a la cultura como forma y expresión de la existencia social, como asunción de un estilo de vida.
Y es ahí donde la cultura artística y literaria y la intelectualidad, tiene que desempeñar un rol significativo como sintetizadores y símbolos que son de las culturas.
La cultura no puede quedar circunscrita en su expresión, conocimiento y disfrute a minorías ilustradas como ocurre en el ámbito artístico y literario, entre pequeñas elites. Cada individuo, cada grupo social tiene que estar facultado para moverse con criterio propio dentro de la mas amplia gama de opciones culturales de que disponga la sociedad.
En consecuencia, hay que reconocer que las llamadas culturas populares son parte de la cultura, por lo general las que mas caracterizan las identidades y las originalidades de las culturas.
Solo será posible otro nuevo mundo cuando haya igualdad para la expresión, la difusión y el conocimiento de todas las culturas. No puede haber cultura mejores y peores, mas avanzadas y mas atrasadas, más antiguas y modernas, valederas y desechable.
La cultura como sensibilidad y como valores que dan sentido a la existencia tiene que reconocer, admitir, dialogar, compartir e irse ínter penetrando con otras sin hegemonías excluyentes.
Si algo puede favorecer la interconexión entre pueblos y culturas diversas, que establecen los procesos globalizadores es justamente la relación entre ello, al margen de hegemonías y/o dominación, entonces estaremos caminando hacia la diversidad cultural.
Hay que reconocer que la relación sociedad, grupo, individuo, a nivel de la comunidad, de cualquier país o nación, se concreta en el hecho de que cada individuo recibe la cultura a través de su desempeño social en el medio que está inmerso en su hacer cotidiano.
En cada contexto, de acuerdo con sus antecedentes históricos, situación socio-económica, realidad cultural, etc; se han producido procesos de institucionalización de proyectos y actividades culturales que han reclamado un cuadro de profesionales eficientes. El capital humano se convierte en uno de los factores mas significativo de la actividad cultural provocando desde el voluntarismo a una nueva visión del sentido y de la finalidad de la acción cultural.
Requiere por demás, la gestión cultural consolidar su cuerpo teórico y metodológico a partir de la planificación, organización, evaluación y sistematización, no solo de practicas culturales sino también de los procesos formativos y de capacitación. Ahí esta claro el papel que jugamos entonces los gestores y/o animadores socio-culturales, en los procesos formativos.
La propia naturaleza del trabajo cultural exige de nosotros un sistema de formación y capacitación flexible, coherente y dinámico que responda a las necesidades individuales y colectivas de personas, instituciones y territorios, determinados por la implementación de sus programas, planes y proyectos de desarrollo cultural.
La existencia de un numero creciente de gestores, promotores, animadores, directivos de casas de cultura y asociaciones de artistas, investigadores y docentes, etc; que se dedican a la gestión de la actividad cultural, en diferentes sectores y niveles, ha creado la necesidad de un mayor nivel de capacitación.
Quisiera concluir, entonces con esta reflexión expresada por el teórico de la acción social, maestro Ezequiel Ander Egg, “la utopía no muere, ni la historia termina, porque somos libres y porque lo utópico y lo mítico esta en la estructura antropológica del ser humano. Siempre es posible relanzar la utopía e intentar futuros diferentes, porque siempre habrá personas humanas que seguirán soñando por lo que no es y podría ser”.

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