Que las fuerzas humanas en las que creo me ayuden en la empresa.
Quiero, en esta tierra quemada por las hambres.
En estos arboles secados por un sol implacables.
Encima de estos muros, tan ancianos, descoloridos y mugrientos.
En estas calles de mi barrio mas triste que la muerte.
Frente a mis hijos y a todos los hijos de los hombres mas sencillos.
Comprendido en una ciudad mas vieja que las otras y sin embargo,
carente de sociego.
En un país arrendado a traficantes de sudor... escribir la muerte
que tragó mi silencio bruscamente.
Contar una parábola tremendamente triste y desolable.
Hicieron varias balas en palacio y arriaron con tambores la vida
de una joven y las lágrimas no fueron mayores que la ira
y los hombres y mujeres y los niños y niñas de campos y ciudades
lanzaron majestuosas protestas agrietando las paredes.
Entonces dijeron condolerse los malvados
y tomaron lágrimas prestadas a los cocodrilos
y sin embargo, a nadie confundieron.
Y hay luto y hay ira incontenibles
y hay luces que nos dicen que el tiempo
de los justo no esta lejos.
Y hay luces que nos dicen que esta es una apertura
a la esperanza.
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