La realidad de la mujer en buena parte del mundo en los últimos años ha experimentado trasformaciones evidentes.
En nuestro propio país, muchas mujeres han ido adquiriendo una creciente conciencia de sus necesidades y carencias, así como una urgente necesidad de obtener determinadas reivindicaciones de índole social, cultural, política y económica.
Empero, continúan aun grandes diferencia, múltiples obstáculos que dificultan la plena incorporación de las mujeres a la sociedad que le asiste por derecho.
Ellas han luchado y continúan haciéndolo, contra un pasado que las aleja y las margina, ellas no quieren una sociedad programada, sino participativa.
Al principio, en la revolución industrial se incorporó masivamente la mujer a la producción, y pareció alborear cambios en la condición femenina.
Hoy entendemos que como verdaderos asociados, la mujer y el hombre tendrán que identificar juntos las necesidades de su sociedad o comunidad y responder creativamente con soluciones apropiadas, como reales arquitectos de su destino.
Un proceso de desarrollo social y económico promoverá no solo el bienestar material sino también el bienestar espiritual de todos los sujetos de la comunidad en que viven.
La mujer puede contribuir y en efecto a contribuido a la solución de los problemas con cualidades especiales, de valor particular en la planificación económica, e incluso con aquellas cualidades que incrementan sus capacidades de creadora de paz y con la sabiduría derivada de su conocimiento de asuntos sociales fundamentales como los domésticos y otros.
Este enfoque humano de mayor integración tomará, por supuesto, como animadora en consideración el papel crucial que desempeña la mujer como madre, educadora, nutricionista, promotora de salud y proveedora de apoyo emocional para toda la familia.
Así mismo la educación de las mujeres de todas las edades es particularmente importante, porque es uno de los medios mas eficientes de difundir el beneficio del conocimiento en todos los niveles de la sociedad, ya que la mujer es la primera educadora de sus crianzas.
Penosamente nuestro país es una sociedad de capitalismo atrasado, aun con rasgos feudales y neo colonial y como consecuencia de ello la mujer no está al margen de este tipo de opresión y enajenación que las ha mantenido relegada a un segundo plano en muchos aspectos de la vida.
Una verdadera integración de la mujer solo puede alcanzarse con un cambio, que modifique la presente estructuras políticas, los patrones culturales, y brinde tanto al hombre como a la mujer, las condiciones plenas para su desarrollo espiritual y material.
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