Para comenzar, tenemos una escolaridad altamente deficiente.
Pues el carácter de la escuela, el carácter de la educación, está en gran medida influido por el carácter y el espíritu de la sociedad que la mantiene.
Entonces nos vemos en la imperiosa necesidad de reprobar la enseñanza formal, memorista, verbal, de nociones escolares previstas en programas de mera previsión informativa, desligada de los factores reales de la vida.
El remedio está en cambiar gallardamente la enseñanza, de verbal en experimental, de retórica en científica para devolver al estudiante su inteligencia y cualidades.
Nosotros los dominicanos debemos obligar al gobierno a destinar en principio un 4% del Producto Interno Bruto de la nación, para la educación como consignan las leyes del país, y no un 2% como sucede actualmente.
En consecuencia es fácil colegir que el resultado deficiente de nuestra escolaridad, entre otras es responsabilidad de una mala aplicación de política de distribución del gasto publico.
La baja inversión en la educación del país es la principal causa de los precarios resultados que se obtienen en los principales indicadores educativos, y lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado.
Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro?
El enemigo nuestro, es la desigualdad, es la falta de educación; es el analfabetismo; y también lo es, que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no sacamos a los habitantes de esta Nación de la pobreza, y que nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás, así mismo no creamos las infraestructuras prioritarias y necesarias, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener la degradación del medio ambiente.
La desigualdad que tenemos en nuestra gente, es lo que realmente más nos avergüenza; y es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos haciendo la cosa bien.
Porque mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo, social cristianismo...), estaremos embarcado en un camino sin rumbo.
Bueno, la verdad, queridos compatriotas, dominicanos todos: es que a mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones. Y no es que el fin justifique los medios.
La verdad es que enriquecerse es glorioso, pues contribuye a erradicar muchos males y posibilita una mejor calidad de vida.
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