miércoles, 8 de agosto de 2007

PLAN DECENAL DE DESARROLLO CULTURAL EN REPUBLICA DOMINICANA

El plan Decenal de desarrollo cultural en República Dominicana, nos ha puesto a pensar lo que somos y soñar lo que queremos ser.
Este plan es un camino, una concertación, una construcción colectiva de la sociedad, que nos obliga por consiguiente a formular políticas, programas y metas que sean asumidas por la generalidad de la sociedad dominicana, con el propósito que mejoren las condiciones de vida de la mayoría de la población, estableciendo los mecanismos e instrumentos institucionales que planifiquen, coordinen y estimulen las actividades culturales, así como propiciar la construcción de una democracia cultural que desde las especificidades culturales de las gentes, tenga una presencia efectiva en el escenario social y desde allí forje las bases para una verdadera conciencia plural, que es la única garantía de construir un proyecto colectivo común de convivencia, paz y equidad.
El sector cultural deberá intensificar la participación popular en sus tareas desarrollando la capacidad creadora de los ciudadanos para elevar sus conocimientos, producción y circulación de sus voces más allá de sus propios contextos, de manera que interactúen en el ámbito nacional.
Esta tarea deberá comenzar integrando en un programa de acción cultural a las instituciones existentes, racionalizando el empleo de los recursos disponibles y estructurando una organización que permita el óptimo aprovechamiento de los esfuerzos en las disciplinas que componen el quehacer cultural, a través de programas descentralizados, implementados con pautas comunes que garanticen la armonía y colaboración de todas las áreas del sector.
Pues si verdaderamente aspiramos a la construcción de una sociedad nueva, si estamos dispuestos, por consiguiente a compartir los sacrificios que esta empresa impone a sus actores, debemos avocarnos a esta tarea con entera dedicación y superar en el camino los obstáculos que necesariamente van a surgir y elevar con nuestra responsabilidad el proyecto colectivo de nación.
Este plan Decenal de cultura, es para pensar lo nacional, pero también es para pensarnos en lo global y definir nuestra participación en el contexto que permanentemente nos enriquece.
Pienso que el espíritu de este plan es convocarnos a trabajar por la edificación de una nueva sociedad y recordarnos que no es solamente un plan del Estado, sino un plan de la sociedad con el Estado.. A sabiendas que la cultura es la máxima expresión de la identidad.
Tengo la firme percepción que dentro del ámbito intelectual dominicano la asunción del problema cultural ha ocupado un espacio de inequívoca marginalidad. La cultura, fuera del marco académico de las ciencias sociales, Aparece como un objeto accesorio, manejado de forma desigual por los distintos sectores sociales.
La cultura bien entendida, más que el conocimiento especifico de las artes, las ciencias y la tecnología, es el modo de vida prevaleciente en una sociedad.
Esta consiste, en múltiples formas en que un pueblo establece un sistema de supervivencia y de convivencia social en virtud de dos tipo de conducta en estrecha y constante relación dinámica, la adaptación al medio en que vive y la transformación de ese medio para ponerlo al servicio de los deseos y necesidades humanas.
La concepción de la cultura como creación de un destino personal y colectivo ha de apoyarse en el pasado, pero sobre todo construyendo el futuro. La cultura de este modo entendida expresa el sentido del pasado actualizado en tradiciones vivas y en pleno desarrollo, marchando hacia las tareas de construcción de las nuevas actividades humanas.
Lo sustancial es que el pueblo sea capaz de expresar sus propios valores enraizados en su condición histórico – existencial y de adquirir la formación fundamental que lo capacite para asumir un rol protagónico en la vida social, cultural, económica y política.
De este modo, la cultura se convierte en lo que nunca debe dejar de ser: instrumento de afirmación de los pueblos y consecuentemente una permanente motivación para defender su libertad, así como su democracia cultural asegurando que cada uno de los instrumentos y ámbitos necesarios para que con libertad, responsabilidad y autonomía puedan desarrollar su vida cultural.
El desarrollo cultural supone una de las dimensiones que sirven para impulsar y medir el grado de evolución social de una colectividad. Dimensión que es medida por el nivel de las potencialidades humanas de dicha sociedad, más que en las instalaciones físicas o en los recursos financieros disponibles.
La situación cultural en Republica Dominicana se presenta como un panorama de imagen difusa, un cuadro que podria calificarse de acción cultural limitada, limitada porque el porcentaje de la población que tiene acceso a los eventos culturales es ínfimo, circunscribiéndose las actividades a algunos centros urbanos, especialmente la Capital y Santiago.
Elitista, porque las programaciones son concebidas con criterios exógenos, tratando de lograr niveles y modelos en boga en los países desarrollados de la que disfruta solo la capa superior de la sociedad.
Arcaica, porque la estructura administrativa de algunas instituciones se remontan a mediado de siglo pasado. Las que surgieron posteriormente no responden a una planificación eficiente, por lo que es frecuente encontrar duplicación de esfuerzos, escasa coordinación y dispersión de recursos.
Ineficaz, porque las personas que ocupan los centros de decisiones en su mayoría no son seleccionados tomando en cuenta su iniciativa y condiciones de ejecutivos. En el pasado se han puesto las decisiones administrativas en manos de artistas tomando en cuenta sólo la notoriedad de sus nombres, empero es reto de esta secretaria de cultura modificar las presentes características hacia metas superiores.
Entonces de ello se colige que la concepción que se tenga de desarrollo cultural, se deriva en práctica de política cultural.
La expresión política cultural comienza a utilizarse cuando se crea la conciencia por la protección del patrimonio cultural, la calidad de la vida, de la creación artística y otros valores culturales aparecen como importantes para el desarrollo global de las sociedades y de las personas.
En ese sentido, esto también influye de manera decisiva en la acción de los gobiernos.
Con este plan decenal se va dejando de lado la idea de que la cultura es un hecho reservado a los sectores minoritarios de la sociedad, para ir pasando a una concepción de la cultura de todos. Consagrado en la declaración universal de los derechos humanos, señalado en el artículo 27, inciso primero, “Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y de la participación en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten”.
Así mismo, en la conferencia mundial sobre política cultural realizada en México en el año 1982, esta fue definida por la UNESCO como “El conjunto de operaciones, principios, prácticas y procedimientos de gestión administrativa o presupuestaria que sirven de base a la acción cultural del Estado”.
Al hablar de política cultural, ordenada, sistemática y no dispersa, es abordar una problemática plenamente nueva. Esta preocupación o actividad del Estado en materia cultural es un hecho relativamente reciente.
Una prueba o testimonio de lo antes aseverado es la creación por decreto 82-97 del Consejo Presidencial de Cultura, como organismo deliberativo, con funciones de carácter gerencia y administrativo, con el propósito de coordinar, organizar, promover, supervisar y evaluar las iniciativas del sector cultural estatal y establecer las condiciones que conduzca a la formación de la Secretaría de Estado de Cultura.
Pienso que este esfuerzo fecundó, y creo que el Estado tiene el papel determinante en la definición, orientación y difusión de la cultura nacional. Y es un punto que no está en discusión en ninguna parte del mundo, pues le compete al Estado trazar la política cultural del país.
Entonces, si se quiere transformar toda la estructura de consumo cultural, hay que empezar por todo problema barrial, sectorial, popular. Empezar desde la base, no se trata entonces de empezar desde arriba como una labor de simplemente otorgados de cultura. Por supuesto, que aquí hay una concepción vertical del proceso cultural, o sea, que la cultura está preelaborada y entonces hay que dársela a la gente para que la tome como una pastilla. No, lo fundamental está en permitir o dar los medios para que la creación cultural no siga estando en manos de una élite, sino que pueda realmente potenciarse en torno a los sujetos populares.
De ahí que el problema de la cultura es más global, no es simplemente un problema de difusión de cultura lo que resuelve el problema cultural del país. Es una cuestión de transformar todo el sistema de producción, distribución y consumo cultural, no simplemente difundir una cultura creada.
Todos estamos de acuerdo en que se necesita una dirección y/o coordinación de las actividades culturales y de las estructuras culturales oficiales. Lo que hay que definir cómo se van a coordinar las instituciones existentes, pues no se trata de demoler nada, todo lo creado es producto, no sólo del esfuerzo individual de los intelectuales, de los trabajadores de la cultura, sino de un proceso en que han estado presente todos los sectores del pueblo, que son los mayores creadores de los bienes de nuestra cultura. Pero por supuesto, hay que dejar autonomía a instituciones especializadas que en principio y muy a menudo, en los hechos están manejando cultura. Hay que dejarles su autonomía y no solamente una autonomía programática, sino también una autonomía financiera. Así que la descentralización, va a ser una de las prioridades de la política cultural del Estado.
La Secretaría de Cultura no debe ser un organismo que vaya a dirigir o darle programa a todas las instituciones, sino un organismo que va a dar pautas, un organismo de especialistas a quien hay que referirse para la implementación de la política global de gobierno y del Estado.
En suma: es responsabilidad de los encargados de dirigir el accionar cultural del país y de los diferentes componentes de la totalidad social, desplegar un movimiento nacional que cree y difunda nuestra auténtica cultura; que exprese las aspiraciones de todos los sectores sanos del pueblo en marcha hacia metas que enfrenten el atraso, la ignorancia, la drogadicción, la alineación y todos los males que impiden el avance y la felicidad de nuestra Nación.

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