lunes, 6 de agosto de 2007

EL MERENGUE COMO BASE DE NUESTRA IDENTIDAD CULTURAL Y NACIONAL PROPIA

Como hemos afirmado en reiteradas oportunidades, “la cultura dominicana es un mosaico de influencia de otras culturas”, a saber, la herencia española en la cultura dominicana es múltiple, pues su dominio impuso su cultura, empero este era un dominio sellado por el cruce racial y cultural entre aborígenes, españoles y africanos.
La presencia africana en la cultura dominicana se ha dicho que es periférica y aunque sin dudas existieron elementos culturales de influencia africana muchos autores hispanófilos se niegan a admitir. El negro africano llegó a América en calidad de esclavo y fue quien ofreció al español conquistador, con su trabajo gratuito, las riquezas del continente “descubierto”.
El negro africano fue traído y trasplantado a un hábitat nuevo, integrado a una sociedad que no era la suya y en la que se hallaba en un estado de absoluta subordinación económica y social, el negro africano vio así destruida su organización tribal y política, sus formas de vida familiar, su sistema de valores y en fin sus patrones culturales originales.
Es natural que con la llegada de los europeos y los esclavos africanos trajeran consigo sus ritmos, su música, su cultura en general.
Así mismo, el impacto de la influencia indigenista en nuestra cultura es menor. Sin embargo, es justo reconocer que negros e indios, presentes en nuestra sangre, han orientado muchos de nuestros valores para la formación de una cultura nacional integrada al mundo ecológico y social dominicano.
De ese cruce racial antes mencionado, le quedaron al dominicano como herencia elementos básicos que configuran la identidad cultural del pueblo, tales como la lengua, religión, artes y una considerable parte de las tradiciones y folclor. O sea que la combinación de los diferentes elementos de la diversidad cultural, producto de procesos socio económico, socio-históricos y culturales han hecho posible la conformación de la nación dominicana y que permiten hablar con plena validez de identidad cultural y nacional propias.
En las expresiones populares y folclóricas descansan gran parte de la personalidad de un pueblo y es que en todo proceso cultural la tradición representa la raíz de la actividad cultural del pueblo, donde se asientan los valores que le caracterizan.
El pueblo dominicano con su inteligencia natural entendía que debía defender sus costumbres, sus hábitos y tradiciones y en esa lucha se fueron afirmando los atributos de la personalidad colectiva del dominicano. Y la nación que ya tenia echados sus cimientos necesitaba mantener y fortalecer su identidad, viendo en el merengue elementos afines a su personalidad y/o temperamento, por lo que esa expresión musical popular fue cobrando fuerza en el alma de la patria, en la gente sencilla de la nación.
El merengue tiene múltiples orígenes y definiciones, según la cosmovisión de los más variados autores sobre el tópico, empero en lo concerniente a cuando empezó a tocarse y bailarse, así como quien lo invento, son cuestiones imposibles de precisar porque las creaciones artísticas y las expresiones culturales son hechuras del pueblo, es decir que las cosas más importantes de nuestra cultura autóctona ni tienen fecha ni tienen dueño, las crea y las utiliza el pueblo para su disfrute y bienestar.
Sin embrago, se sabe que desde antes de la proclamación de la independencia nacional, contra el dominio haitiano desde 1822,el merengue se tocaba y bailaba entre los pobladores de la isla y que con la proclamación de la independencia, el merengue tomo un mayor auge.
Pero como era de esperarse, en una sociedad divida en clases; comenzaron entonces a gestarse las diferencias en los gustos musicales. Donde el merengue creció fue en los sectores populares y su sentimiento nacional. No así en las clases dominantes que se resistían ha aceptar el merengue por ser la música y letras cosa indígna de espíritus cultos y bailes de movimientos sugerentes que ultrajaban la moral y la decencia. Fue el merengue la primera manifestación que permitió en el nuevo mundo abrazarse el hombre y la mujer mientras bailaban, al parecer de ahí parte el absurdo moralista de las clases dominantes de la época.
De todas formas, el pueblo sencillo radicado fundamentalmente en la zona rural, siguió tocando, cantando y bailando el merengue, nuestra música vernácula. e integro el acordeón logrando afirmar aun más el merengue y constituyéndose en elemento de resistencia del pueblo ante las pretensiones de las clases dominantes por imponer su música y sus bailes de facturas extranjeras.
Es innegable que de todos los instrumentos usados para interpretar el merengue, el acordeón, que es de origen alemán, es el más ajeno a nuestras raíces, empero cuando una forma cultural por extraña y extranjera que sea permanece entre nosotros por razones populares, la misma es ya parte de la cultura local. Esto a sabiendas que nuestra cultura es un mosaico de otrás culturas y que todas las culturas son influenciables.
En suma el merengue con el acordeón se hizo ya definitivamente parte del ser social y cultural dominicano, marcando parte de nuestra identidad cultural y nacional propia.

1 comentario:

Mª Virtudes dijo...

Hola. Pues es un tipo de música que a mi me encanta y es contagiosa de bailar. Saludos.