jueves, 12 de enero de 2012

“HAY MUERTOS QUE VAN SUBIENDO MIENTRAS MAS SU ATAUD BAJA "

La mañana del 12 de enero de 1972, hace hoy 40 años, los dominicanos despertaron en medio de un mar de rumores y acuartelamiento de tropas. Desde primeras horas, ya se sabía que Amaury Germán Aristy, jefe del grupo revolucionario Los Palmeros, estaba rodeado en una cueva cerca del kilómetro 14 de la autopista Las Américas por más de dos mil agentes de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
Ellos, con más estrellas en la frente que balas en sus cargadores, ofrecieron una de las mayores demostraciones de coraje, decoro y dignidad que ha protagonizado la juventud dominicana a todo lo largo de su discurrir histórico.
Estos dirigentes de la izquierda revolucionaria: Amaury Germàn Aristy, Bienvenido Silveira Leal Prandi (la chuta), Ulises Arquímedes Ceròn Polanco y Virgilio Perdomo Pérez, conocidos como Los Palmeros, murieron victimas del intenso e inmenso fuego al que se vieron sometidos, luego de un forzoso y desigual combate, escenificado en el kilómetro catorce (14) de la avenida Las Américas de la ciudad de Santo Domingo contra el soporte de la represión y el terror balaguerista.
El hecho de que cuatro jóvenes cayeran abatidos, no sin antes enfrentar durante doce horas y producirle varias bajas a la artillería más pesada de la Policía Nacional y armas ligeras en manos de unos 2,500 efectivos de las Fuerzas Armadas y organismos de seguridad, de ninguna manera podría ser inútil.
Y más aún, cuando Germán Aristy y Virgilio Perdomo Pérez, solos, produjeran todas las bajas, ya que sus compañeros, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta) y Ulises Cerón Polanco, fueron asesinados sin que pudieran usar sus armas antes de la salida del sol.
Los atacaron por tierra y aire, en una lucha desigual y sin precedentes en la vida del país.
El entonces secretario de las Fuerzas Armadas, contralmirante Ramón Emilio Jiménez, declaró al área de combate como “zona de Guerra” y desplegó los 2,500 hombres en armas. El saldo fatal sumó 12 muertos y 7 heridos.
“hay muertos que van subiendo mientras más su ataúd baja”

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