Es importante significar que centenares de jóvenes de todas las edades y de ambos sexos, hombres maduros, y hasta ancianos, que de manera individual o en embriones organizativos manifestaban su inconformidad frente a la dictadura, sufrieron encarcelamientos, torturas y no pocos fueron asesinados.
Hasta altos dignatarios de la Iglesia Católica, padecieron persecuciones, asedios y hasta amenazas de muerte. De allí que muchos jóvenes dominicanos vieran la posibilidad de que había llegado el momento de combatir la dictadura y al dictador. Y entre ellos, las hermanas Mirabal, que fueron vilmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960 tras una visita que le hicieran a sus esposos encarcelados. Unos meses después, el 30 de mayo de 1961 se llevó a cabo el tiranicidio.
Tal era el ambiente político nacional e internacional que existía en la República Dominicana, que un grupo de decididos domincanos, encabezados por Antonio de la Maza , Huáscar Tejeda, Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, el Teniente Amado García Guerrero , Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Antonio Imbert Barreras, Luis Amiama Tió, el general Juan Tomás Díaz, Tunti Cáceres, y otros, unieron sus esfuerzos, talentos y corajes, para organizar la emboscada que detuvo el automóvil en que viajaba Trujillo, cuando transitaba desde la ciudad capital hacia San Cristóbal, el 30 de mayo de 1961, dando muerte al dictador con el mismo estilo con que había gobernado: a tiros.
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